Descubrí esta obra hace ya unos cuantos años y, por aquel entonces, la leí online en inglés, dado que ninguna editorial española se había interesado en la licencia de “Shibito no Koiwazurai”, también conocida como “Lovesick dead” o “El muerto enfermo de amor”. Cuando ECC CÓMICS anunció su licencia, me sentí muy entusiasmada y con ganas de echarle el guante a esta edición. Por tanto, tan pronto como salió el manga a la venta, me apresuré a adquirirlo y devorarlo una vez más para realizar este análisis.
Esta obra de Junji Ito, quien, a título personal, considero como el Lovecraft del manga de terror, fue impresa en 1997 bajo la colección de relatos “Junji Ito Horror Manga Collection”, una recopilación de historias de terror entre las que destacan “Tomie” o la adaptación de la novela de Mary Shelley“Frankestein”, ambas también licenciadas por ECC.
La historia de “El muerto enfermo de amor” nos pone en la piel de Ryûsuke Fukada, un joven de catorce años que, por cuestiones laborales de su padre, regresa ocho años después a Nazumi, su ciudad natal, un lugar cubierto por un espeso y permanente manto de niebla. Allí, se rencuentra con antiguos amigos y compañeros, entre ellos, Midori Shibayama, una joven de quien estuvo enamorado secretamente cuando iban a parvulario.
El primer capítulo nos introduce que en Nazumi existe una costumbre muy popular entre sus habitantes, conocida como adivinación callejera, la cual consiste en ir a un cruce de caminos y esperar a que pase alguien para preguntarle la buenaventura sobre cualquier aspecto que te preocupe, concretamente, en el terreno sentimental. Midori y su amiga Suzue Tanaka son las encargadas de poner al corriente sobre esta práctica al protagonista, quien, gracias a su atractivo, es el nuevo objeto de interés de sus compañeras de clase. No obstante, Ryûsuke, por misteriosos motivos, muestra su desaprobación a la adivinación callejera, remarcando que es algo que no se debería hacer.
Una noche, una joven espera en un cruce de caminos a que pase alguien para poder preguntarle la buenaventura. Cuando ve que alguien se aproxima, oculta su rostro tras su cartera y le pregunta: «¿Mi amor se hará realidad?». Al alzar la vista, ve ante ella a una figura masculina alta y esbelta con un pendiente en cada oreja y vestida íntegramente de negro, de rasgos afilados, cabello negro y belleza siniestra y sobrenatural. El joven se detiene, posa sus blancos ojos en ella y responde: «Ese amor jamás se hará realidad», tras lo cual sigue caminando y desaparece en la niebla.
Al día siguiente, una noticia sacude la ciudad y se convierte en la comidilla del instituto: una alumna de primero ha aparecido muerta en un cruce de caminos. Al parecer, se rebanó el cuello con un cúter y la encontraron en un charco de sangre. Ryûsuke escucha a dos compañeras de clase comentar la noticia y siente escalofríos cuando una de ellas menciona que ocurrió algo similar hace ocho años, lo que provoca que salga del aula a tomar el aire. Midori se percata de ello y va a su encuentro para saber qué le preocupa, deduciendo, a partir de la conversación que mantuvieron el otro día, que es probable que el protagonista tuviera una mala experiencia en el pasado con la adivinación callejera. Ante eso, Ryûsuke le da largas y le agradece que se preocupe por él. En este momento se nos revela que Midori sí ha tenido una mala experiencia con la adivinación callejera, confesándole al protagonista que el anterior caso de suicidio en un cruce de caminos se refiere a su tía, quien recurrió a la adivinación callejera en busca de consejo porque se quedó embarazada de su amante y no sabía qué hacer. Esta revelación incomoda al protagonista y se marcha, dejando a Midori desconcertada y preocupada.
Tras esto, Suzue se encuentra con Midori y le pregunta si ha oído hablar del chico guapo del cruce, y le explica que la joven que se suicidó anoche llamó antes de quitarse la vida a una amiga para contarle que un chico increíblemente guapo y vestido de negro le había dicho que su amor jamás se haría realidad. A ambas les parece una historia rocambolesca, por lo que pasan a hablar de otro tema: la preocupación de Midori ante la actitud evasiva de Ryûsuke, creyendo que le odia. Suzue se ofrece a hablar con él para despejar las dudas de su amiga y queda con el protagonista para hablar con él, aunque la conversación no resulta fructífera, dado que Ryûsuke siente que no se merece estar con Midori y no quiere que sufra. Esto deja pensativa a Suzue y decide recurrir a la adivinación callejera. En el cruce de caminos, se encuentra con el susodicho chico guapo del cruce y le pide consejo para su amiga, a lo que él responde serenamente: «Mejor preocúpate de tu amor», y desaparece entre la niebla.
A partir de este momento, Suzue toma una decisión: quiere ser la novia de Ryûsuke y lo primero que hace es contarle lo sucedido a Midori y confesarle sus intenciones con su amigo de la infancia. Después, Suzue se obsesiona con el protagonista y le sigue a todas partes suplicándole por su amor y atención. Conforme pasa el tiempo, la obsesión de Suzue por el protagonista la va consumiendo y está cada vez más y más demacrada, convirtiéndose en la enfermiza sombra de lo que un día fue. Ryûsuke, harto de esta situación, decide ponerle los puntos sobre las íes y decirle que él no siente nada por ella, sino que en realidad le gusta Midori. Suzue, ante esta confesión, se deprime y se corta el cuello con un cúter ante sus ojos.
Al día siguiente, descubrimos que Suzue es la quinta víctima del chico guapo del cruce, y se revela un dato importante: las palabras del chico guapo del cruce son una sentencia de muerte para quien recibe sus consejos. Ryûsuke quiere evitar que ese misterioso joven campe a sus anchas por la ciudad y siembre más sufrimiento y muerte, por lo que decide investigar y descubre un patrón: las cinco víctimas fueron halladas dentro de un estrecho perímetro, concretamente, alrededor de la calle donde murió la tía de Midori hace ocho años. Ante tal descubrimiento, el protagonista sale en la búsqueda del chico guapo del cruce y, mientras tanto, decide ayudar a todo aquel que se encuentre por los cruces dándoles la buenaventura. De repente, cuando se acerca a otro cruce, ve a una joven cadavérica cubierta de sangre que le pregunta: «¿Mi amor se hará realidad?» y, a pesar del shock, el protagonista le da unas palabras positivas.
Transcurren los días y Ryûsuke continúa su búsqueda del chico guapo del cruce mientras lo compagina con la adivinación callejera, topándose también con más chicas ensangrentadas, entre ellas, Suzue, llegando a la conclusión de que esas chicas son las que se suicidaron tras recibir las prediccines del chico guapo del cruce. Esta tarea está agotando al protagonista, quien comienza a lucir un aspecto enfermizo y extenuado. Midori se topa con él y le expresa su precupación, mientras que Ryûsuke declara que no va a parar hasta encontrar al chico guapo del cruce y detenerle. Tras este momento, el protagonista reanuda su tarea y logra vislumbrar entre la niebla la figura del chico guapo del cruce, pero pronto le pierde la pista por culpa de la densa niebla. Es entonces cuando el fantasma de una mujer ensangrentada señala hacia una dirección y Ryûsuke decide hacerle caso. Mientras tanto, Midori, que ha salido corriendo tras su amigo para suplicarle que cese con su empresa, se queda helada al toparse de bruces con el chico guapo del cruce, quien pasa por su lado sin mediar palabra. Por suerte, y gracias a las indicaciones de aquella mujer, su amigo llega en el preciso instante para encontrar a su alterada amiga, que le cuenta que acaba de ver al chico guapo del cruce. Ryûsuke lo busca, pero tanto él como la niebla desaparecen de manera inaudita y así termina el primer capítulo.
En el segundo capítulo, Ryûsuke acompaña a Midori a la calle donde murió su tía para dejar un ramo de flores y rezar cuando, de pronto, una mujer aparece en busca de una predicción callejera para su problema sentimental, el cual es idéntico al de la difunta tía de Midori. Unos días más tarde, Midori le cuenta a su amigo lo que sucedió tras marcharse: la mujer insistió en que resolviera su problema y la joven, sin saber muy bien qué decirle, decidió invitarla a su casa para escucharla, pero aquello fue un craso error. Desde entonces, la mujer no para de aparecer por su casa contándole cómo cada vez su problema se va agravando más y más, no atendiendo a razonamientos con nadie, ni siquiera cuando los padres de la joven increpan a la señora y amenazan con llamar a la policía si no les deja en paz, lo que provoca que ella se atice en el estómago hasta perder al bebé que lleva en su vientre.
Al salir de clase, Ryûsuke oye a dos chicas decir animadamente que han encontrado al chico guapo del cruce en el cruce de Nishihata y se apresuran a ir inmediatamente. El protagonista quiere evitarlo y las sigue, pero la señora atormentada del otro día le agarra del brazo y le pide que escuche su problema y le aconseje porque ha abortado y no sabe qué hacer. Este trata de hacerlo lo mejor posible diciéndole palabras que la consuelen, pero ella acaba histérica y paranoica en el suelo sin escuchar ni un sola palabra que el joven le dice.
Cuando el joven llega a su casa, se encuentra con la mujer esperándole en su habitación y allí se queda durante horas hablando de su problema. A partir de entonces, la señora se cuela por la ventana de su habitación todas las noches para contarle más y más problemas hasta que una noche le confiesa que ha raptado al hijo de su amante y lo ha asesinado, creyendo así que su amante no rompería con ella. A la noche siguiente, como si nada, le pide consejo sobre si tatuarse o no en el brazo «Kôichirô, vida mía», queriendo demostrar a su amante a través de su cuerpo lo mucho que piensa en él.
Ryûsuke duda de la veracidad de la confesión de asesinato de la mujer, pero sus dudas se despejan al ver el noticiario mientras cena en casa con su familia. Aterrorizado, le cuenta a sus padres lo sucedido y éstos lo denuncian a la policía para que busquen a la mujer, quien parece que ha desaparecido del mapa.
Al día siguiente, mientras da un paseo con Midori, le cuenta que la mujer también le estuvo acosando cuando, de repente, en un cruce de caminos, se encuentran con una mujer de larga y alborotada melena tatuada de la cabeza a los pies. Al principio, no la reconocen, pero acaban cayendo en la cuenta de que se trata de la mujer atormentada por constantes problemas. La señora les cuenta que no había sido capaz de parar de ponerse tatuajes y estaba preocupada porque ahora su amante ya no la querría. Harto de esta situación, Ryûsuke le espeta que es ella misma quien se busca los problemas, y ella le confiesa la razón por la que lo hace; se topó con el chico guapo del cruce en busca de consejo para su problema sentimental y le dijo: «Tu problema es fútil. Seguro que hay problemas mucho más graves. Búscalos». Al recordar las palabras del chico guapo del cruce, la mujer tiene una epifanía: para solucionar sus problemas, debe buscarse otros más graves, tras lo cual se marcha mientras se ríe por lo bajo. Al día siguiente, se descubre que la mujer se había prendido fuego nada más hablar con los protagonistas, concluyendo así el martirio de los protagonistas y este capítulo.
En el tercer capítulo, Ryûsuke comienza a sufrir bullying en el colegio porque sus compañeros comienzan a culparle por el suicidio de Suzue Tanaka. Para sorpresa del protagonista, al regresar del colegio, recibe la visita de Kôtarô Tejima, un amigo de la otra ciudad donde solía vivir. Reconfortado por su visita, se desahoga con él y le cuenta todo lo que está sucediendo en la ciudad y su amigo se muestra dispuesto a ayudarle durante los días que va a estar en su casa, pero acaba horrorizado cuando se topa con el fantasma de Suzue y le revela sus sospechas sobre la verdadera identidad del chico guapo del cruce.
Los días pasan y el bullying contra el protagonista alcanza un nuevo nivel. Esta vez, todo el instituto va diciendo por ahí que Ryûsuke es en realidad el chico guapo del cruce, dado que se ha extendido el rumor de que el espíritu de Suzue deambula por las calles clamando por el amor del protagonista.
Por la noche, Ryûsuke se despierta notando una punzada de dolor. Al mirarse al espejo, ve que tiene clavadas una chincheta en cada lóbulo y se encuentra con la ventana abierta de par en par. Extrañado, se asoma, pero no encuentra nada. Al día siguiente, decide no ir al instituto y buscar al chico guapo del cruce para despejar todas las sospechas que la gente tiene contra él. Es entonces cuando se topa con Midori, quien le trae un montón de cartas de amor de sus compañeras de clase dirigidas a él como si fuera el chico guapo del cruce. Enfadada, Midori las rompe en pedazos y le propone seguir con su búsqueda. Los jóvenes se disponen a ello cuando, de pronto, un gran grupo de mujeres delgadas y ojerosas comienzan a perseguir al protagonista porque creen que se trata del chico guapo del cruce. Asustado, acude a la comisaría en busca de ayuda, pero ni tan siquiera la policía le cree.
Cuando regresa a casa, descubre unas prendas negras en su futón y, al borde de la locura y la desesperación, trata de quitarse la vida de la misma forma que hicieron las otras chicas. Sin embargo, se detiene al ver una misteriosa figura en su ventana y sale corriendo tras ella, descubriendo que quien ha estado detrás de todo ha sido su propio amigo Kôtarô, quien le había prometido al fantasma de Suzue que le entregaría a Ryûsuke, pero el fantasma hace acto de presencia e insiste en que ese no es su Ryûsuke, ya que su Ryûsuke, según ella, es mucho más alto, viste de negro y es tan hermoso como si hubiera muerto. Ante la confusión, el protagonista le pide a Suzue que se vaya y descanse en paz, porque ni su amigo ni él pueden llevarle al chico guapo del cruce, y ella se desvanece en la niebla. Después de aquello, Kôtarô regresa a su ciudad y acaba internado en un psiquiátrico.
Llegamos al último capítulo de la historia, en el que vemos que el acoso a Ryûsuke como supuesto chico guapo del cruce ha llegado a tal extremo que se ve obligado a marcharse de casa y esconderse en un lugar abandonado, al que Midori va a verle y a darle comida. Ante la desazón de su amiga, el protagonista le confiesa la razón por la que no quiere que ella esté a su lado: él, con su predicción, fue el causante de la muerte de su tía hace ocho años. Midori no puede creérselo y sale corriendo del lugar, yendo a parar sin darse cuenta a un cruce de caminos en el que aparece el chico guapo del cruce y le dice: «No le perdones. Ódiale toda tu vida». Desde entonces, Midori comienza a tratar cruelmente a su amigo y le atormenta día tras día con toda clase de insultos y maltratos. No obstante, llega un momento en el que la joven ya no puede más y decide quitarse la vida para dejar de odiar y de hacer daño a su amigo y, de esta forma, escapar de la maldición del chico guapo del cruce.
Entre tanto, todas las jóvenes de la ciudad colapsan las calles y rodean al chico guapo del cruce como si de un ídolo se tratase. Todas gritan eufóricas que le quieren hasta morir, lo que da lugar a que el chico guapo del cruce les ordene que se mueran para demostrar su amor, desencadenando así un suicidio en masa de tal magnitud que la sangre que mana de las gargantas de las jóvenes tiñe la niebla de escarlata.
Ryûsuke, tras ver morir a su amiga en sus brazos, tiene más ganas que nunca de encontrar al chico guapo del cruce y, por tanto, va en su búsqueda. Por el camino, se topa con un hombre que está haciendo adivinación callejera, resultando ser Kôichirô, quien le confiesa que no es la primera vez que abandona a una amante y hace que se suicide, dado que ya le pasó lo mismo hace ocho años con la tía de Midori. Además, también revela que su primer hijo desapareció por aquel entonces y recuerda que iba totalmente vestido de negro. El protagonista le mira con desdén y se marcha en silencio.
Finalmente, llega el clímax de la historia con el encuentro entre Ryûsuke y el chico guapo del cruce, que está rodeado por una gran multitud de sangrientos fantasmas que le proclaman su amor a gritos. El protagonista se abalanza entre la multitud para acabar con él, pero este acaba aplastado entre las admiradoras del chico guapo del cruce.
Para acabar, escuchamos una conversación entre dos personas en la que se dice que resulta imposible salir por la noche ante los incesantes gritos de los sanguinolientos fantasmas, y uno de los interlocutores cambia de tema y habla sobre un chico guapo vestido de blanco que, según se dice por ahí, si realizas adivinación callejera y te topas con él, serás feliz.
Aunque aquí finaliza la historia principal, hay un capítulo extra en el que se relata el conflicto que se lleva a cabo cada noche entre el chico guapo vestido de negro, cuyas predicciones traen la desgracia a quien las recibe, y el chico guapo de blanco, cuyas predicciones traen la dicha a quien las recibe.
Junji Ito demuestra una vez más su maestría en el género del terror, tanto en el dibujo como en la manera de relatar la historia. Es capaz de crear escenas inquietantes con tan sólo unos pocos detalles, como la densa niebla que cubre permanentemente la ciudad, que, unida a sus laberínticas calles, llegan a crear una agobiante atmósfera similar a la de “Silent Hill”. Otro rasgo a destacar en este apartado es lo bien definidos que están los personajes a través del dibujo. Aquí, el autor juega con un gran contraste entre el protagonista, de cándida belleza, vestido de blanco y seguido por mujeres con aspecto sano, y el antagonista, de siniestra belleza, vestido de negro y seguido por mujeres demacradas que le aman enfermizamente hasta morir.
La forma que el autor tiene de relatarnos la historia es sosegada pero no tediosa. Se toma su tiempo para ir construyendo poco a poco la historia, sin prisa pero sin pausa. Del pequeño detalle viene la gran revelación, la suma de pequeñas historias construyen una trama monumental, terrorífica e inquietante. Cada capítulo es una historia en sí misma, pero su lectura conjunta permite disfrutar de un terrorífico tapiz que iguala a los clásicos del terror occidentales. Sin darnos cuenta, la historia que leemos nos va sumergiendo no sólo con su argumento y sus diálogos, sino también con unos escenarios, unos secundarios y unos efectos magistralmente construidos.
El mundo que se nos presenta aquí es un mundo adolescente y, por tanto, el autor explota hasta sus últimas consecuencias temas que afectan a este sector de la población, como son el acoso escolar, el suicidio adolescente o la proliferación de leyendas urbanas entre los más jóvenes. También puede apreciarse una cruda crítica a todos aquellos que son incapaces de combatir sus inseguridades, desde las chicas que recurren a la adivinación callejera para resolver sus problemas amorosos hasta el propio protagonista, quien es incapaz de dejar de lado sus miedos y enfrentarse a su némesis.
Como ya he dicho con anterioridad, “El muerto enfermo de amor” es una obra que tenía muchas ganas de ver en España y agradezco que ECC CÓMICS se haya animado a traer esta obra, la cual es un indispensable en la estantería de todo amante del género de terror.
Como punto final, y a modo de dato curioso, he de mencionar que Junji Ito estará en el XXII SALÓN DEL MANGA DE BARCELONA firmando sus obras, así que, si tenéis la oportunidad, aprovechad para echar un vistazo a su bibliografía y, si os gusta, id al stand de ECC para conseguir su autógrafo y conocerle en persona.
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